Translate

lunes, 1 de septiembre de 2014

Andrés Caicedo y Finlandia

El escritor colombiano Andrés Caicedo nunca viajó a Finlandia y tal vez poco sabía de este país tan lejano y tan distinto a todo lo que alguna vez compuso su universo tropical, crudo y nostálgico. Este jóven caleño de pelo largo con pinta de intelectual desentendido poco sabía que en el lejano norte se volvería famoso en 2014 y estaría en la primera página del periódico casi 40 años después de su muerte. La vida está llena de coincidencias, y esta es una de las más extrañas. Muchos colombianos no conocen o no saben quién es Andrés Caicedo. Tal vez porque era de Cali, tal vez porque se suicidó a los 25, o tal vez porque estaba loco. 

Yo, tal vez por mis raíces vallunas, siempre supe de su existencia y lo leí por primera vez a los 10 años. Siempre me gustó su poética carnal, su pesimismo y su extrañes que no rimaba en nada con aquel tropicalismo caleño, esa misma extrañes que lo hace vender tan bien en el extranjero. Pero fué sólo cuando llegué a Finlandia en 2013 que empecé a entender realmente a Andrés Caicedo. Andrés decía :"Vivir más de 25 años es una insensatez", frase que él mismo puso en práctica, y aunque nací 10 años después de su muerte, esa frase marcaría toda mi existencia. Desde que cumplí 25 en Finlandia, he empezado a entender a Caicedo. Los 25 son una edad terrible, en la que ya no eres joven ni adulto. Es una edad en la que te das cuenta de que cualquier decisión que tomes en este momento puede cambiar el curso de tu vida y tal vez en algunos años puedes arrepentirte y vivir en la amargura para siempre. Vale la pena realmente vivir más allá de los 25? Vale la pena ver las primeras arrugas salir, endeudarse, ser responsable de pequeños seres humanos cuando ni siquiera somos responsables de nosotros mismos? Vale la pena vivir para arrepentirse a los 60 de las decisiones tomadas y soñar con lo que hubiera podido ser la vida? Los 25 son la edad en la que la realidad se hace cruelmente presente: ya no hay marcha atrás. Y la vida nunca termina bien aunque queramos endulzarla al máximo. Por más de que hayamos tenido la existencia más dichosa de todas siempre nos sentiremos solos, sentiremos que nuestros hijos son ingratos, terminaremos sin pelo, arrugados, paralizados o con Alzheimer y llorando por alguna pésima decisión tomada en la juventud. A los 25 nos preocupamos por el futuro, la pensión, los ahorros, la carrera que nos vamos a construir, los estudios, la familia. Pero tendría sentido preocuparse tanto si la vida se acabara mañana? Si mañana me atropellara un camión, tendría alguna de mis angustias existenciales, de mis preocupaciones económicas, de mis planes, sentido? La respuesta es no. Y entonces, esto haría mi vida hoy en día muchísimo más simple. Me gastaría mi plata en comida, vino, viajes y libros y mandaría a la mierda mis responsabilidades, antiarrugas y deudas. Tiene sentido morirse a los 25? La verdad es que si. Y tal vez Caicedo no estaba tan loco como lo pintan. Estando en mis 25 tiene más sentido que nunca, porque lo que no tiene sentido es planear y preocuparse tanto por un futuro inexistente. Entonces, tal vez Caicedo tenía razón cuando escribía : “Adelántate a la muerte. Precísale una cita”. Hace poco recibí un mensaje de un editor finlandés preguntándome si conocía a Caicedo porque lo quería publicar. Le dije que Caicedo no vivía más y que si no se hubiera suicidado, hoy en día tendría 63 años, estaría calvo y sería probablemente miserable. En vez de eso, se convirtió en polvo y se volvió famoso en el lejano norte. Lejano norte en el que yo cumplí 25 años.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario