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lunes, 20 de julio de 2015

Cómo ser despedida y no dejarse derribar


Ya habrán notado que hace muchísimo tiempo no publico nada. No me ha faltado la inspiración, sin embargo, la mente y las palabras se han concentrado en otras cosas. Como cuando digieres y toda la sangre de tu cuerpo se dirige hacia el sistema digestivo, cuando la vida te impone desafíos todas tus palabras y tu atención se enfocan en estos. 

El año pasado pasé por momentos muy dificiles al final del año. Nada trágico, simplemente fui despedida de mi trabajo, y aunque hoy lo veo como un simple evento de la vida, en aquel momento fue un golpe duro en el ego, pues no me lo esperaba y lo que se vino después fue un huracán. 

Puedo decir sinceramente que di lo mejor de mi y nunca me fueron dadas razones claras para mi despido. Los que ya han pasado por esto saben muy bien que lidiar con el desempleo ya es dificil, aún más si lo hacen abruptamente, sobre todo cuando te has acostumbrado a ser tratado como un VIP, como era el caso en la empresa en la que trabajaba donde nos enviaban a San Francisco de paseo o nos pagaban hoteles 5 estrellas hasta el punto en el que nos creímos el cuento que nos lo merecíamos. Pero ese éxito no era mío. 

Hace poco leí un estudio que demuestra que las mujeres dudamos más de nuestras capacidades y nos dejamos abatir muchísimo más fácilmente por cualquier adversidad. Yo no fui ninguna excepción, de un día para otro me encontré sola en un apartamento oscuro y frente a algo que no quería enfrentar: que no era nadie en Finlandia, ni en Colombia, ni en ningún lugar. No era nadie. Pero en fin de cuentas: ¿qué es ser alguien? ¿qué significa ser alguien?  No tenía respuestas, solo un gran vacío en mi interior pues la imagen que me había construido de mi misma y de mis "logros" de los últimos años se desvaneció de un día para otro así como la mayoría de las amistades que había hecho en el trabajo. 

Es díficil aceptar nuestra vulnerabilidad y aceptar que no somos tan maravillosos como lo creíamos. Es muy dificil lidiar con todas las inseguridades que genera ser despedida de tu trabajo de una manera tan abrupta pero lo más dificil de todo es la falta de empatía de las personas a tu alrededor. Recuerdo los momentos más pesados de ese invierno nórdico en los que estaba debatiéndome con oscuros demonios interiores recordándome lo incapaz que era, lo dificil que se perfilaba mi futuro profesional o la poca fé que tenían mis ex-jefes en mis capacidades y que tal vez a pesar de haber creído tanto en mi misma, tal vez tenían razón y era realmente una incompetente. Durante esos momentos un poco de empatía hubiera sido suficiente para llenarme de energías positivas.  No necesitaba oir que todo iba a estar bien, no quería tampoco que las personas ignoraran mi angustia y que esperaran que saliera de fiesta o que sonriera permanentemente. Tampoco queria que mi despido fuera tratado como una vergüenza para la familia, pues inclusive mi marido me prohibió contarle a su abuela. Simplemente quería que mi sufrimiento fuera reconocido, quería que me preguntaran sinceramente: ¿Cómo estás?. La mayoría de las reacciones fueron de rostros incómodos que, sin saber como lidiar con la situación preferían evitar el tema completamente y actuar como si nada hubiera pasado. 

Al regresar a Colombia de vacaciones y visitar a mi abuela, una médica nacida en los años 20 que se graduó en medio de solo hombres, me di cuenta de lo tonta que había sido al dudar de mis capacidades y de como había dejado que mi ego se adueñara de mi mente. Lo importante no era "ser alguien": ser parte de una empresa famosa o viajar en primera clase no me hacían una mejor persona y no decían nada de mi. Lo importante era más que nada creer en mi misma: si mi abuela libró una ardua pelea en los años 40 para que la dejaran estudiar y se enfrentó a decenas de hombres que la despreciaban por ser mujer, como no iba yo a lograr salir adelante en un país en el que hay tanto por hacer y la igualdad de género es un hecho. Mis "limitaciones" eran ridículas frente a aquellas que mi abuela tuvo que enfrentar y mi peor enemigo era y siempre sería mi ego, si no lograba ver más allá. 

Poco a poco empecé a trabajar en un proyecto que estudié y desarrollé rápidamente. Todo me salió muy fácilmente y hoy en dia a los 26 años y después de pasar muy pocos años como empleada creé mi propia empresa en Finlandia, en gran parte gracias a mi ex-empleador, y puedo decir orgullosamente que nunca había sido más feliz en mi vida profesional. Sin embargo mi lucha no se compara en nada a la que mi abuela vivió y cada vez que las inseguridades tocan a mi puerta pienso en ella, en su lucha y pienso en lo fácil que me tocaron las cosas gracias a la batalla que libraron mujeres como ella. Estos momentos de reflexión me dieron una lección muy importante: mientras crea en mis capacidades, y si dejo el ego de lado todo estará bien. Ya no tengo miedo de terminar mi vida durmiendo en la calle, porque creo en mis capacidades y sé que soy lo suficientemente fuerte para sobrepasar cualquier obstáculo. Y no necesito buscar celebridades a quién admirar, pues la única persona que me inspira me ha heredado sus genes. 

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